Julio Pernús, nos comparte su columna en el Corazón de la Semana.
Hace unos días tuve la posibilidad de conversar con un grupo de poetas e intelectuales dominicanos sobre la mirada de la Iglesia con respecto a la Revolución cubana. En medio del diálogo, el decano de sociología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), nos preguntó si había desaparecido la Teología de la Liberación. Las respuestas y el debate en torno a estos interrogantes fueron diversos. Un sacerdote jesuita, por ejemplo, decía que enfrentaba una gran crisis. No desestimó sus argumentos, pero, creo que en Francisco, se ve refrendando como nunca antes que todo el pensamiento des-colonial católico latinoamericano del siglo XX tuvo un voto de aprobación de la Iglesia.
El papá insiste en que la humanidad y el planeta padecen una crisis donde las dimensiones sociales y ecológicas no son paralelas, sino concatenadas. Todo está relacionado, afirman sus encíclicas. Lo que está en crisis, sin dudas, es nuestro modo de entender la realidad y de relacionarnos. No podemos pasar desapercibido que ahora por primera vez en la historia de la humanidad, América Latina ocupa un papel preponderante en la dimensión geo-religiosa de la Iglesia. Francisco tiene como parte de su fundamento filosófico la Teología del Pueblo que es una versión Argentina de la Teología de la Liberación sin el marxismo.
El cardenal Víctor Manuel Fernández Tucho, como nuevo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, atestigua lo que predijo el pensador católico uruguayo Methol Ferrer, América Latina pasó de ser una Iglesia reflejo a fuente. Por eso, resultó válido que Juan José Tamayo, teólogo de la liberación, mostrase el resurgir de la Teología de Liberación Palestina. Con un fundamento cristiano, los pensadores liberacionistas debemos levantar nuestra voz para visibilizar el actual genocidio cometido por Israel contra Gaza y la ocupación de tierras palestinas por parte de los colonos judíos en Cisjordania.
La metamorfosis cultural y antropológica que genera nuevos lenguajes no puede robarnos el relato y banalizar el mal, convirtiendo el dolor en una especie de espectáculo mediático para buscar likes. El Capital que está cada día cerrándonos más el lazo económico que nos aprieta el cuello a los de a pie, debe ser contrarrestado con un pensamiento que utilizando la lectura popular de la Biblia coloque a las víctimas en el centro de nuestro relato. Hace 300 años el presidente James Monroe dijo que “el mundo sólo debía ser de los poderosos”, Jesús le contestó varios siglos antes a esa cita poniendo en el centro del evangelio a los pobres. En medio de sociedades latinoamericanas donde se hacen hegemónicos discursos de odio y totalizadores, donde la violencia, como en Ecuador, ataca los sueños de paz, sobre todo de la clase pobre, la Teología de la Liberación debe regresar, pues el pueblo creyente necesita de su metodologa para cambiar la relacion de opresion.
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