Este domingo 2 de febrero, la Iglesia grababa la presentación del Señor en el templo. También la celebración de la Vida Consagrada, fiesta que se celebró con un Jubileo Nacional, bajo el lema: peregrinos de Esperanza por el camino de la paz.
Donde aproximadamente 1,500 consagrados y consagradas, se reunieron entorno a la oración, fe y comunidad. Iniciando con una procesión desde el polideportivo Isaac Ogando de Bayaguana y culminaron con la celebración de la Eucaristía en el Santuario Santo Cristo de los Milagros, que presidio Monseñor Héctor Rafael Rodríguez, Arzobispo Metropolitano de la Arquidiócesis de Santiago y presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano. . . Concelebraron Monseñor Francisco Ozoria Acosta, Monseñor Faustino Brugos Brisman, Monseñor José Amable Durán Tineo, Monseñor Ramón Benito Ángeles Fernández, y Monseñor Daniel Lorenzo Vargas, Vicario Episcopal Territorial de Santo Cristo de Los Milagros, Bayaguana.
Monseñor Héctor, expreso que se unían para celebrar ese regalo que Dios ha dado a la Iglesia, encarnado en cada uno de los y las consagradas, que movido por el espíritu Santo, han decidido ofrecer su vida al servicio del Evangelio entregándose completamente al Señor ya. . su pueblo.
El Jubileo, es un momento de gracias que ayuda a ser generadores de esperanza, en las comunidades que les ha correspondido animar. Recordó, que la vida consagrada está llamada a ser un signo profético, un testimonio vivo de que Dios sigue actuando en medio de su pueblo como los joyeros que toma un metal lo pulen y lo convierten en una joya preciosa, en ese sentido el Señor trabaja. . continuamente los corazones de sus consagrados y consagradas para que sus vidas brillen como luces en un mundo que muchas veces caminan en las tinieblas de la comodidad, de la injusticia, de la envidia, de la ira, en la tiniebla del rencor, en la oscuridad. de la avaricia, la arrogancia la culpa, el resentimiento al apego, el egoísmo, el conformismo y otras tantas oscuridades y tinieblas que muchas veces experimentamos en la vida, puntualizó, el prelado católico.
Además, de que el proceso de purificación no es fácil, pero hoy más que nunca necesitamos consagrados y consagradas que sean testigos auténticos de esperanza, justicia y amor. La carta a los hebreos nos recuerda que Jesús es el consagrado por excelencia y se entregó completamente por amor.
Finalizó exhortando que la fiesta es una oportunidad para purificar nuestros corazones, fortalecer nuestro compromiso y reavivar la alegría de nuestra vocación particular, ya que no estamos solos, la fidelidad a Dios es la fortaleza y es lo que nos ayuda a perseverar, y la esperanza. . . en Cristo para continuar sirviéndole a Él, que será nuestro mayor tesoro.
Por: Enmanuel Peña Feliz, Centro de Producción UDECA. Nota la foto es tomada del Facebook Arquidiócesis De Santo Domingo