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Por. Ana Margarita Pérez Salceda.

Nos encontramos en pleno mayo, conocido como el mes de las flores. Y es así, debido a que al menos en el hemisferio norte, es el penúltimo mes de la primavera, época del año en el que las flores se encuentran en su máximo esplendor. Resulta encantador observar los diferentes tipos de orquídeas, rosas, margaritas, etc. que con sus colores adornan nuestro entorno. Siento que esa magia de colores le da vida a quiénes salen a caminar por los jardines y parques de nuestra ciudad dominicana.

En este hermoso mes, en algunos países del mundo celebramos el día de las madres. En República Dominicana se celebra el último domingo de mayo. ¿Y cómo no darle el mayor mérito a nuestra Madre la Virgen María? quien intercede ante nuestras súplicas a Dios y escucha nuestros deseos más profundos. María es ternura, amor, delicadeza, ella es como el lirio que luego de la incesante lluvia, florece y regala el mejor de los aromas. Pero ella es también nuestra protectora, guía y servidora. A ella nos dirigimos cuando algo nos aflige, pero también cuando algo nos alegra el corazón. Su fidelidad para con sus hijos dominicanos es eterna, y siempre los recibe con sus brazos amorosos en su casa de Higuey.

El 13 de mayo estará de Fiesta la advocación de Nuestra Señora de Fátima, y ​​en mi caso particular no olvido la fecha, debido a que era la Patrona de mi Comunidad de La Nasa, en Cuba. Cada año celebré con gozo y esperanza su festividad, y las flores no le faltaban. Hoy, al escribir este texto me viene a la mente una iniciativa que quiero compartir con quiénes lean este artículo, deseo invitarles en este mes de mayo a tener un gesto afectuoso con Nuestra Madre María, y el gesto consiste en obsequiarle una flor y depositarla ante. . . . . . . las imágenes que existen en nuestras parroquias. Estoy segura que ella desde el cielo nos mirará con amor y agradecimiento.