La primera forma de rezar por alguien es hablar a Dios de él o ella; si hacemos estos con frecuencia, todos los días, nuestro corazón no se cierra, sino que permanece abierto a la intercesión a través de la oración, por nuestros hermanos.
Aprendamos a rezar todos los días por ellos, para así, Dios habrá en nosotros la primera perta para amarnos y nos lleve a esa cercanía concreta que es manifestar su amor, hacia nuestro semejantes.
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