Para Dios tu eres esa pequeña moneda que el Señor no se resigna a perder y que busca sin cesar, que les siente que eres preciosos a sus ojos, único e irrepetible; nadie puede reemplazarte en el corazón de Dios, por eso él te busca incesantemente, con amor de padre porque te ama y cree en ti y espera lo mejor de ti.
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